Tuesday, November 4, 2014

Downwind time

por Josue Delucca

El pronostico del tiempo luce prometedor, hay alta presión, no hay lluvias “mata viento” y el mar no pasa de 4 pies. El viento ha promediado 19 nudos todos estos días, y el radio NOAA recita “a tightening pressure gradient” en el pronostico, lo que es música a mis oídos, pues el viento va a apretar. Mejor aun, a la hora que lo planificamos, la marea va a estar alta, lo que facilita pasar por encima de los arrecifes sin temor a dejar la quilla.

Salinas
Es viernes por la tarde, y de la memoria del celular extraigo los números de la “manada” (amigos) y los pego al mensaje de texto: “Mañana temprano, en el parking de siempre, es downwind time”. En menos de un minuto, las respuestas son: “Wojoo!”, “Yeah”, “Vamo’alla” y tantas otras, resuenan en el celular. Regularmente paso por un spot donde tengo acceso visual a la ruta, y, aun por la tarde, cuando se supone que el viento ya vaya bajando, los “white caps” persisten. El pulso se me acelera…

La ruta planificada es corta, unos 6 kilómetros, y no aleja a uno mas de 1 kilometro de la orilla; y hay condición física para remar. No tirarnos a romper el hielo en el mar abierto, no way; ya la ruta se había estudiado en la aplicación de Google Earth. Empieza en mar tranquilo, y al final pasa por un área de arrecifes donde hay la posibilidad de surfear alguna ola rompiente. No tiene promontorios rocosos que provoquen rebote de ola en el trayecto, lo que facilita el balance y economiza energía. Estacionamiento relativamente seguro, playa apropiada en los puntos de salida y llegada. En el recorrido hay amplias áreas de playa, accesibles en carro, por si alguno se siente mal y decide quitarse, sea fácil recogerlo después.

Luego de irme un rato en el longboard (skateboard) a “carvear” en mi calle para calentar las piernas, procedo a dejar todo listo, hidratación, gorra, gafas, bloqueador solar, la tabla, quilla y un leash extra por si acaso. Siempre pienso en un salvavidas portátil de esos que se inflan con CO2 por seguridad, pero no me decido a comprarlo, que mal de mi parte (Para la tranquilidad mental de muchos,  hubiera sido muy útil en una ocasión, cuando un colega, extenuado y mareado por haber tenido que regresar al “wayline” par de veces, apenas podía remar su
Downwind Arecibo
tabla, ni sentado, y todo esto sobre una milla mar afuera detrás de la línea de arrecifes). De Igual manera con el tema de un bag a prueba de agua para el celu, sin embargo, haber visto tantos aparatos ahogados, me sigue poniendo en duda sobre meter mi celular ahí u en otro lado. Seria súper tranquilizante que en el grupo haya alguien con un celu. Sigo los preparativos, correas extra, rack pads y hasta un yoga mat, 2 toallas y ropa seca y sandalias para el “post session”.

Van llegando, la manada, ya los textos de confirmación sonaron, los que no vienen, lo informaron, y nuestros familiares saben de antemano hacia donde vamos. En el estacionamiento frente a la llegada, nos saludamos. Es evidente la tensión en el aire, va a darse un buen downwind. La energía en alto, habiendo desayunado bien, y las vibras a mil. Vamos al mambo. Todos los colegas conocen el protocolo. Nadie llega tarde, y si tarda alguno, que lo siga pa’l punto de inicio.  Luego de mirar el mar y las palmas buscando sugerencias de viento, procedemos. Ya hay “white caps” y las palmas se despeinan a favor del viento. Nos repartimos las tareas de montar tablas sobre los carros que van al punto de inicio y dejar dentro de los carros que se quedan en la llegada las correas extra, los board bags, las toallas, agua, barras nutricionales, etc que hagan falta. Mi tabla, una Coreban Alpha Race12’6” luce veloz, aun quieta, entre las Bark, SIC, Naish y otras, que hacen parecer los carros, con hasta 3 tablas bien aseguradas en sus techos, como vehículos carga misiles. Remos y leash a bordo, hidratación, llaves de los carros que van a regresar a buscar los carros dejados en punto de inicio aseguradas. Caramba, si hubiera una guagua que pagáramos 5 pesos y nos llevara al punto de inicio…

Hay tantas tablas apropiadas para hacer downwind, desde las especificas hasta las mas generales. 12 pies en adelante, aunque hay algunas de 11 pies que resuelven.  Lo importante es que uno este cómodo sobre ella, que no sea extenuante balancearse por lo estrecha y teóricamente “rápida” que sea, y que se haya remado, (e idealmente, surfeado) previamente. La mejor tabla de downwind es la que le funciona a uno.
Jules Downwind

En el estacionamiento del punto de inicio, el proceso es veloz, se bajan las tablas entre dos, se colocan en una gramilla cercana, la hidratación, los remos y los leash de cada cual sobre ellas, se ventilan las tablas que requieran este proceso luego de calentarse sobre el techo en el camino, cerramos carros (no dejes nada visible), aseguramos llaves y marchamos al agua.
En la orilla, volvemos a designar, como siempre, un punto de inicio un poco mar afuera, a donde todos llegamos y nos reunimos, para dibujar la línea imaginaria hasta la llegada, el “way line”. Idealmente, esta línea (una necesidad en todo trazado de ruta downwind) nos lleva al punto de llegada en línea recta con el viento y el “wind swell”, que son grupitos de olitas impulsadas por el viento. Como trenes con vagones, en los que uno se ha de montar. Hay que tomar en cuenta que la marejada de fondo, o “ground swell” (una realidad con la que hay que bregar en todas las rutas de la costa norte) nos va a querer dirigir hacia la orilla antes de llegar al punto final, pues corre diagonal al “way line” ideal. Por lo tanto, en esta ruta, el “wayline”, y el punto de referencia en la costa de la llegada, aquel edificio grande, blanco y visible, se mueven imaginariamente un poco mar afuera hacia la derecha, para compensar por la marejada de fondo diagonal hacia la izquierda. Es cuestión de geometría; Si al final de la ruta, uno esta todavía un poco mar afuera, es fácil coger pon con la marejada de fondo para entrar al punto de llegada. La marejada de fondo es rápida, (mucho mas que el “wind swell”), diagonal hacia la orilla y a veces coge a uno por sorpresa por el lado y lo tumba. Otras veces, si lleva uno buena velocidad, es posible darse un gustazo bajando un “swell” de fondo, pero, no mucho, pues si le sigue uno el gustito, se sale del “way line” y va a tener que remar extra para volver a la línea designada, lo que puede ser agotador.

Suena complicado, pero la lectura de los movimientos del agua es lo que hace de un downwind una experiencia sin igual, una vez uno los entiende y les saca el mayor provecho y velocidad. El mejor downwind es cuando se rema menos y se surfea mas. Una vez todos llegamos al punto de inicio mar afuera, aquellos mas lentos arrancan primero en downwind, seguidos de los mas rápidos. Todos nos vemos, y nos chequeamos mutuamente en la ruta. No es una carrera, es un vacilón, y solo no se goza.

Paoli Downwind
En los primeros kilómetros, me reitero en las razones por las cuales hago downwind. El mar es fascinante, vivo, la vida marina esta presente, aguavivas, algas flotantes, peces, tortugas, manatíes, etc. Me energiza toda esta vibra y, de momento, quiero darle alcance a mis colegas del frente. Ataco el “wind swell”, luego de tirarle un ojo al punto de referencia al final de la ruta, y mi tabla sale disparada, seguido de un pasito pa’ atrás por varios metros de glide tipo longboard surfing. Luego de un par de glides, me recojo de la emoción y procedo a leer el mar a mi alrededor y a sentir la tabla bajo mis pies.

Al atacar el “wind swell”, voy directo hacia el punto de llegada pues esa es la dirección designada cuando se planifica el “way line” al principio, y lo que tengo que asegurar es que mi tabla arranca, que la logro hacer “planear” como si fuera surfeando, y evito que la punta se me entierre en la ola de en frente. Otro de los artes del downwind es conocer la tabla al punto de saber donde pararse sobre ella para darle velocidad y capturar el “wind swell” cuando ha levantado la popa detrás de uno. Por feeling sin mirar hacia atrás. El rush de velocidad es inmediato, y si me dejo llevar, entierro la punta en la ola de enfrente y hasta ahí llega el arranque, pues la velocidad habrá de disminuir, obligando a uno a arrancar de nuevo. Si manejo la tabla una vez arranque, y la dirijo diagonal al “wind swell” lo puedo surfear sin enterrarme, y cuando el “wind swell” muere, me conecto de nuevo con el que viene detrás, y repito el proceso, una y otra vez. Adictivo !

Pues ahí voy, conectando varios “wind swells” desde el principio de la ruta, con buen balance y energía, hasta que luego de un rato, con las pulsaciones arriba, bajo el remo y alcanzo el sorbeto del bolso de hidratación. Empiezo a remar de nuevo, me oriento y busco a mis colegas, al frente y atrás, para asegurarme que estamos todos. Y sigue la fiesta, los “White caps” a mi alrededor me invitan a cazar el “wind swell” de nuevo, me reoriento y ahí voy. Varias conectadas, a velocidad, planeando, y me da por atacar un “ground swell” que veo al frente y hacia la izquierda (pues atrás no hay nada que mirar mas allá que sus colegas) y le aplico varias remadas cortas y rápidas para montarme. Se me escapa, es muy rápido, pero ataco el segundo “ground swell” y me voy. A mega velocidad, 2 pasos atrás en la tabla, y lo que veo al frente es el hueco del marullo, por ahí no es, piso la tabla hacia la derecha y hacia allá voy,  surfeando en diagonal, hacia el “way line” pero, aun mirando hacia la orilla. La diversión se compromete a medida que el “ground swell” me sigue alejando del “way line”. O lo sigo surfeando y pago el precio mas adelante o me reubico en ruta. Dejo que la tabla se deslice hasta que pierda un poco de velocidad y busco el “wind swell”, y me realineo en esa dirección. Un par de remadas cortas de nuevo y a surfear el “wind swell”, el sonido de la tabla planeando me reconforta y las pulsaciones vuelven a subir, ataco de nuevo el tren de estas olitas de viento y me re-oriento con la orilla a mi izquierda para saber donde estoy en la ruta. Cuando regreso mi vista hacia el punto de referencia al frente, cataplun, pa’l agua. Una breve distracción y un marullo me ha desbalanceado, no lo peleo y me zambullo para refrescarme. Relax, yo se nadar. El leash, que he revisado minuciosamente antes de la sesión,  aguanta la tabla, el remo en mano y la mano libre sobre la cabeza, no vaya a ser que la tabla vuelva como resorte para atrás y me golpee mientras vuelvo a la superficie. Me monto, me siento en la tabla y la apunto hacia la dirección del viento. Pausa, no hay prisa. Aprovecho para hidratarme, buscar a mis colegas con la vista y me arrodillo en la tabla. No me paro de golpe, pues es receta para otra zambullida. La remo arrodillado, la dejo que coja impulso, estabilidad, y entonces me paro. Me re-oriento al frente y suavemente voy retomando la velocidad. Las ráfagas de viento me empujan, me establezco en un “surfing stance” modificado, no muy amplio, y a remar, a cazar los trenes de “wind swell” de nuevo y a planear como demente.

Con el tiempo he dominado remar la tabla en “surfing stance” con cualquier pie al frente, (regular y goofy). Esto me facilita el dirigir la tabla mientras la remo para montarme en un “wind swell”. Sucede que cuando uno rema la tabla y la pisa en un lado, ella gira opuesto. Esa característica del manejo es bien útil para re-dirigirse mientras remas y antes de montarse a surfear el “wind swell”, mientras la tabla no esta planeando. Una vez surfeando, la tabla planeando se gira para el mismo lado que la pisa uno, tipo skateboard. Así que, a dos velocidades distintas, dos tipos de manejo, si no voy planeando, uso mi  posición sobre la tabla y presión en el “rail” opuesto mientras remo, y si voy surfeando, pisando la tabla hacia donde quiero ir. No uso mucho el “parallel stance” tradicional,  sobre la tabla, pues a veces es inestable con el meneo del mar, y dificulta el proceso de acomodarse para atacar el swell y surfear.
Coffin Island Downwind

Hacia el final de la ruta, ya sobre los arrecifes, se da la ocasión de surfear alguna ola rompiente. Si esto sucede, es el signo de exclamación en el downwind, pues le va a dar a uno un empujón glorioso, cuya sensación se va a quedar dando vueltas en la cabeza por muchas horas después de haber concluido la sesión. Ojo con los que no hayan surfeado olas en sus tablas de down wind alguna vez, pues no es lo mismo surfear “wind swell” o “ground swell”, que son marullos mas recostados, que una ola rompiente, que es mas vertical y feroz. Un fallo, y de cara al reef, no suena bien.

Por lo menos,  en esta ocasión, la marea esta algo alta y el reef no esta “chupao”, la olita que cojo me adelanta mucha distancia, la surfeo hacia la orilla a mi izquierda, y cuando se disipa, sigo cazando mas “windswell” y deslizándome y remando hacia la costa, relax, hacia el punto de encuentro con mis colegas, con la manada, que, a fin de cuentas, son mis hermanos en el mar.